Con la desesperación desbordada, decenas de migrantes, niños y adultos, se lanzaron al Río Bravo en Matamoros, Tamaulipas, para entregarse a las autoridades estadounidenses y buscar que se les permita quedarse en el país.
Dicha situación provocó la movilización de los cuerpos de seguridad de ese país para detenerlos al momento de llegar a su territorio.
Con colchones inflables y algunos salvavidas, mujeres y menores subían a la “lancha” y apoyados en las personas que también están en espera de asilo, pasaron el caudal que anteriormente ha provocado la muerte de centroamericanos y mexicanos que buscan el “sueño americano”.
Han pasado como unas 200 personas. (Estamos) apoyando a las personas que son de otra nacionalidad para ayudarlos a que pasen porque aquí hay que hacer un trámite y dura mucho”, declaró el venezolano, Jonathan Contreras.
En la zona del río Grande, como en Estados Unidos se conoce al afluente que divide a los países, los agentes interceptaban a los que llegaban por esta vía y los conducían a unidades para trasladarlos a otra instancia.