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Adiós al Papa del Pueblo
Francisco hizo historia desde el inicio. Fue el primer Papa de América Latina, el primero jesuita en ocupar el trono de Pedro y también el primero en elegir el nombre del santo de Asís

El mundo católico y millones de personas más despiden hoy al Papa Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio, quien falleció este 21 de abril a los 88 años tras enfrentar diversas complicaciones de salud, entre ellas una bronquitis severa y una crisis respiratoria asmática que finalmente apagaron su vida. Su legado, sin embargo, seguirá brillando en la historia de la Iglesia católica y en los corazones de quienes encontraron en él un líder sencillo, humano y profundamente comprometido con los más vulnerables.
El primer Papa latinoamericano
Francisco hizo historia desde el inicio. Fue el primer Papa de América Latina, el primero jesuita en ocupar el trono de Pedro y también el primero en elegir el nombre del santo de Asís, símbolo de humildad y amor por los pobres. Su elección el 13 de marzo de 2013, tras la histórica renuncia de Benedicto XVI, marcó un nuevo rumbo en el Vaticano.
Aquel día, desde el balcón de la Basílica de San Pedro, Francisco saludó al mundo con una sonrisa cálida y palabras sencillas: “Hermanos y hermanas, buenas tardes”. Desde entonces, conquistó a millones por su tono cercano y su apertura a los temas más urgentes y dolorosos que enfrentaba la Iglesia.
Un hombre que no quería ser Papa
Paradójicamente, Jorge Mario Bergoglio nunca buscó el pontificado. En el cónclave de 2005, tras la muerte de Juan Pablo II, el entonces arzobispo de Buenos Aires fue uno de los principales contendientes. Según testimonios, obtuvo un número considerable de votos, pero él mismo pidió, con lágrimas en los ojos, que no lo eligieran. El puesto recayó en Joseph Ratzinger, quien fue elegido como Benedicto XVI.
Años después, el destino le daría una segunda oportunidad. Con la renuncia de Ratzinger en 2013, los cardenales lo eligieron como el Papa número 265, iniciando así un pontificado que sacudiría profundamente los cimientos tradicionales del Vaticano.
El pontificado de la reforma y la misericordia
Durante más de una década, Francisco impulsó reformas tanto internas como espirituales. Su enfoque pastoral, centrado en la misericordia, la inclusión y la justicia social, le valió el apodo de “el Papa del pueblo”. No vivió en los lujosos aposentos papales, eligió un vehículo modesto y pidió a los fieles que rezaran por él, en lugar de aplaudirlo.
Entre sus decisiones más valientes destacan:
La apertura a las personas divorciadas vueltas a casar, permitiéndoles recibir los sacramentos.
La histórica sugerencia de bendecir a parejas del mismo sexo, enfatizando que “una bendición es estar en presencia de Dios”.
El nombramiento de la hermana Simona Brambilla al frente de un ministerio vaticano, un hecho sin precedentes en los más de 2 mil años de historia de la Iglesia.
Su lucha contra los abusos sexuales dentro del clero, reconociendo públicamente la responsabilidad de la Iglesia, pidiendo perdón a las víctimas y fortaleciendo programas de prevención en todo el mundo.
El Papa de la sonrisa
Francisco fue mucho más que un reformador. Fue un hombre de calle, de barrio, de abrazo sincero. Su sonrisa constante, su sentido del humor y su calidez lo convirtieron en una figura querida incluso por aquellos alejados de la fe. En su autobiografía “Spera”, publicada a inicios de 2025, escribió:
“El Evangelio nos exhorta a volver a ser como niños… también nos recuerda recuperar la capacidad de sonreír, que, según los psicólogos, es diez veces más frecuente en los niños que en los adultos.”
De Buenos Aires al Vaticano
Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, Jorge Mario Bergoglio era hijo de inmigrantes italianos. Se graduó como técnico químico, pero en 1957 ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús. Desde joven destacó por su vocación al servicio y su dedicación a los estudios. Fue profesor, rector, obispo, cardenal y, finalmente, Papa.
Durante la dictadura argentina (1976-1983), brindó ayuda a perseguidos políticos y más adelante prestó testimonio en causas por delitos de lesa humanidad, manteniéndose fiel a sus principios de justicia y compasión.
Un legado inmenso
El Papa Francisco pasará a la historia como un líder espiritual que humanizó el papado. Un hombre de fe que no temió dialogar con el mundo moderno. Que enfrentó a los sectores más conservadores de su Iglesia y se mantuvo firme en sus convicciones.
En palabras del propio Francisco, tomadas de su autobiografía:
“Recuerdo la casa de la calle Membrillar, las comidas con mis hermanos, las historias de mis abuelos italianos. Ahí empezó todo. Ahí aprendí a escuchar, a reír, a rezar. Y eso, nunca lo olvidé.”
Hoy, la Iglesia y el mundo entero lloran su partida, pero celebran una vida entregada al amor, la justicia y la esperanza. Adiós, Papa Francisco. Gracias por tu luz.
