En la actualidad, se hace cada vez más común encontrarnos, ya sea en los medios de comunicación, en las redes sociales o en las conversaciones con familiares y amigos con una triste situación que crece cada día más en la sociedad: la falta de compasión ante el sufrimiento del prójimo.
“La compasión, dice el Papa Francisco, es una de las tres características del estilo de Dios, junto con la cercanía y la ternura. Es una fuerza poderosa que no puede reducirse solo a un aspecto íntimo, porque también posee una dimensión pública y social” (Papa Francisco, epílogo del libro “El Tejido del Mundo” publicado por Andrea Monda, Mayo 2022), como lo hemos meditado en el Evangelio de la Misa de este domingo, en donde se nos presenta la figura de Cristo el Buen Samaritano, quien no pasa indiferente ante el dolor del prójimo que ha sido herido, sino que se compadece y ofrece su tiempo, su esfuerzo, para cuidar de él.
Es importante que todos los cristianos retomemos el significado de la compasión y no la queramos asumir como un “sentir lástima” por el prójimo, sino verdaderamente unirnos a su sufrimiento buscando aliviarlo, reducirlo y si es posible, eliminarlo completamente.
Bien dice la Sagrada Escritura que es fácil amar a quienes nos aman y preocuparnos de ellos, pero también nos dice que es nuestro deber amar sin distinción, tener compasión de todos sin importar quiénes son o qué han hecho en la vida.
El ambiente social de nuestro País y del mundo, hace resaltar las situaciones de división, las cuales se incrementan considerablemente y pareciera que nuestro actuar más que como cristianos comprometidos es como el del sacerdote o del levita que pasaron indiferentes ante el sufrimiento de aquel hombre que fue herido.
Les invito a que hagamos el compromiso de buscar momentos para “ponernos en los zapatos de los demás”, y no continuemos nuestro caminar como simples espectadores de las desgracias del prójimo. Dispongámonos de forma personal, familiar y comunitaria a ser auténticos instrumentos en el servicio generoso, en la cercanía solidaria, haciendo presente la ternura de Dios en nuestra acciones.
Preguntémonos sinceramente: Ante la adversidad y el dolor del prójimo, ante la situación que vive nuestro País ¿paso de largo?, ¿miro hacia otro lado? o ¿realmente permito que la voz de Dios sea la que me guíe y me haga vivir la virtud de la compasión en el trato con mis semejantes?
Busquemos responder con un corazón abierto, no dejemos que el tiempo pase, es necesario que juntos encontremos la solución y en comunión fraterna hagamos lo que nos corresponde.
En cuanto a la situación de la falta de agua en nuestro estado, estamos iniciando el período del año donde el calor se resiente con mayor fuerza, lo que se llama “la canícula”. Procuremos seguir cumpliendo las medidas de prevención y cuidado del agua, poniendo especial atención a la hidratación de los niños y los adultos mayores.
Quienes tienen el privilegio de recibir agua todos los días, son responsables de cuidarla para que llegue a aquellos que con mayor dificultad tienen lo necesario para beber y para asearse.
Finalmente, deseo expresar nuestra gratitud al Papa Francisco por el nombramiento de Mons. Joseph Spiteri como nuevo Nuncio Apostólico en nuestro País y quien próximamente llegará a nuestras tierras para cumplir con la misión diplomática y sobre todo pastoral que el Papa le encomienda. Pedimos a Dios por él y lo encomendamos a la maternal intercesión de nuestra Señora de Guadalupe.
No olvidemos que durante el mes de julio y sobre todo en este día realizamos jornadas de oración para pedir por la paz y el cese de la violencia en nuestro país; no dejemos de rezar por nuestras autoridades y por todos los ciudadanos, para que México pueda gozar de una paz duradera en la que podamos convivir como hermanos.
Que Dios nos bendiga y que tengamos un domingo lleno de bendiciones. Que así sea.
