Trump sopesa ataque directo a Irán con bomba antibúnker

El presidente Donald Trump analiza una decisión clave en la guerra entre Israel e Irán: si autorizar un ataque estadounidense a la instalación nuclear subterránea de Fordo, algo que solo es posible con la bomba GBU-57, lanzada desde un bombardero B-2. Esta acción convertiría a Estados Unidos en participante directo del conflicto, en contra de las promesas no intervencionistas que Trump ha sostenido durante sus campañas. Funcionarios iraníes han advertido que cualquier ataque estadounidense pondría fin a toda posibilidad de negociación diplomática.

Pese al creciente conflicto, Trump ha instruido a su vicepresidente J. D. Vance y al enviado para Medio Oriente, Steve Witkoff, a ofrecerse para entablar conversaciones con Irán esta semana. El canciller iraní Abbas Araghchi ha mostrado disposición al diálogo, pero insiste en que la intervención estadounidense puede romper cualquier camino hacia un acuerdo. Trump mantiene la presión, utilizando la amenaza militar como elemento de coerción para impulsar una salida negociada.

Mientras tanto, la presión desde Israel crece. El primer ministro Netanyahu y aliados republicanos como el senador Lindsey Graham urgen a Trump a actuar y destruir completamente las capacidades nucleares iraníes. Sin embargo, dentro del propio Partido Republicano surgen divisiones: sectores antiintervencionistas advierten del riesgo de repetir errores como las guerras en Irak y Afganistán. Trump se mantiene en equilibrio entre diplomacia forzada y posible intervención militar directa.